TCE
En algunas ocasiones, los TCE hubieran sido evitables de haber tenido en cuenta algunos aspectos preventivos. Los accidentes de tráfico continúan siendo muy frecuentes en la actualidad, especialmente entre los jóvenes, a pesar de las campañas publicitarias de los medios de comunicación. Recientemente, se han realizado algunos programas informativos acerca de las consecuencias de los TCE que, muy probablemente, habrán sido útiles no únicamente a los afectados, tanto pacientes como familiares, sino a otras personas que tal vez no habían pensado nunca en las consecuencias de un accidente de tráfico. Los programas basados en la experiencia de otras personas, tienen un mayor impacto social.
Cuando hablamos de prevención debemos pensar no sólo en nosotros mismos, sino también en el daño que podemos causar a otras personas. En este sentido, hay que tener en cuenta que es fundamental estar en óptimas condiciones para prevenir el riesgo de accidentes. Por ejemplo ha de evitarse conducir bajo los efectos del alcohol u otras sustancias, conducir de manera temeraria o sin tener plenas capacidades físicas, psicológicas y emocionales. En el caso concreto de personas que han sufrido un TCE previo, sus dificultades de atención, enlentecimiento en el tiempo de reacción o desinhibición conductual pueden incrementar el riesgo de un nuevo traumatismo, con peor pronóstico. Por esto es importante evaluar de forma exhaustiva las capacidades del individuo tras el traumatismo, ya que puede representar un riesgo para sí mismo o para otras personas.
Los accidentes de tráfico son la causa principal de TCE. Cuando viajamos en coche, es importante evitar el consumo de alcohol, utilizar los cinturones de seguridad, tanto en la parte delantera como trasera del vehículo, graduar adecuadamente los reposacabezas, colocar a los niños en un asiento adecuado a su peso y edad, seguir las normas de circulación y respetar las señales de tráfico. Se estima que la cuarta parte del daño cerebral podría prevenirse si todos los coches llevaran airbag. Es preciso tener en cuenta que el riesgo de sufrir un accidente y la posibilidad de muerte o daño grave, aumentan con la velocidad.
Al viajar en motocicletas o bicicletas, el uso del casco puede prevenir el daño traumático grave. Debemos conducir por la derecha de la carretera y usar protecciones para las rodillas, codos y cintura.
Los accidentes domésticos también son habituales y debemos tomar las medidas de seguridad adecuadas, tanto en casa como fuera de casa, para prevenir caídas, ser golpeados con objetos, etc.
En deportes y actividades recreativas, debemos tomar las medidas de seguridad apropiadas en la montaña, playa o piscina, para evitar el daño cerebral por impacto y / o ahogo. Al lanzarse al agua, debemos tener en cuenta que es importante comprobar la profundidad y conocer dónde están las rocas, bancos de arena u otros objetos.
En cualquier situación de riesgo de accidente, es también fundamental conocer la forma de conseguir ayuda rápida en caso de emergencia.
ACV
Los factores de riesgo
Las enfermedades de las arterias del cerebro se desarrollan a lo largo de meses y de años de forma silenciosa. Cuando deciden manifestarse, lo hacen de forma repentina, sin avisar y entonces ya es demasiado tarde para prevenirlas. Pero es importante tener en cuenta que la mayoría de las personas que sufren un ataque cerebral, tienen una condición predisponente que desconocen al producirse el accidente y ahí es donde puede jugar un papel primordial la prevención, en el conocimiento y tratamiento adecuado de los factores de riesgo.
Si bien existen factores como la predisposición genética o la edad avanzada que no pueden ser modificados, hay factores que aumentan el riesgo del ataque cerebral que se pueden controlar. El más importante, o más frecuente, es la hipertensión arterial (responsable directo de alrededor de la mitad de los accidentes cerebrovasculares) pero el hábito de fumar, el consumo exagerado de alcohol, la diabetes y el elevado colesterol favorecen también las enfermedades de las arterias cerebrales.
La mejor prevención es, sin duda, llevar un hábito de vida saludable, evitando la obesidad, practicando ejercicio físico moderado, reduciendo o eliminando el consumo de cigarrillos y alcohol, con una alimentación rica en vegetales, verduras y frutas y pobre en grasas y sal y, en caso necesario, con medicamentos y revisiones médicas periódicas.
El reconocimiento de los indicadores del ACV
Se ha demostrado que la mayor parte del daño se produce en las horas que siguen al ataque cerebral, lo que significa que el pronóstico de la enfermedad va a depender de manera importante del tiempo transcurrido entre el momento en el que se produce el ACV y el momento en el que el afectado recibe el tratamiento de urgencia. Para conseguir que pase el menor tiempo posible, el paciente tiene que ser capaz de reconocer los síntomas indicadores del ataque cerebral y acudir a urgencias rápidamente.
Los síntomas que pueden indicar ACV son:
- Dolor de cabeza intenso
- Mareo, vértigo o pérdida de equilibrio
- Nauseas, vómitos
- Dificultad para hablar o comprender el lenguaje
- Dificultad para tragar
- Ceguera de un ojo o visión doble
- Debilidad o adormecimiento de la cara, brazo o pierna de un lado del cuerpo
- Problemas para caminar
- Aparición de trastornos de la personalidad como irritabilidad, indiferencia, etc., alteraciones del juicio
Una característica importante a destacar en el ACV es que estos síntomas aparecen de forma repentina. Si aparecen de manera transitoria y el paciente logra una recuperación completa, puede tratarse de un ataque isquémico transitorio, que en muchas ocasiones significa el “aviso” de un ataque más severo. Será conveniente, entonces, acudir al médico antes de que sea demasiado tarde.
Tumores cerebrales
Los tumores intracraneales están permanentemente dañando el tejido cerebral lo que da lugar a la aparición de síntomas neurológicos. Si no se tratan, la destrucción puede ser tan grande que puede llevar a la muerte. Sin embargo, cuanto antes se descubran y traten, mayor será la posibilidad de recuperación completa.
Una vez más vemos que el factor tiempo es importante cuando se habla de daño cerebral. Para actuar lo antes posible ante un tumor cerebral es importante saber detectarlo.
Las manifestaciones clínicas que produce son:
- A nivel focal: Convulsiones focales, paresias ( adormecimientos, hormigueos), dificultad para hablar o entender el lenguaje, apraxias, agnosias.
- A nivel general: Trastornos mentales, dolor de cabeza ( a veces de predominio nocturno o matinal), mareos, náuseas y vómitos, convulsiones generalizadas y a veces alteraciones de la personalidad.
Infecciones agudas del Sistema Nervioso Central
– MENINGITIS BACTERIANA
Situaciones de alto riesgo: Alcoholismo, desnutrición, traumatismo craneal, neurocirugía, exposición a enfermedad meningocócica.
Clínica: Fiebre, dolor de cabeza, fotofobia, rigidez de cuello, alteración de conciencia.
– ENCEFALITIS AGUDA
Suele presentarse un cuadro clínico caracterizado por dolores de cabeza, dolores musculares, síntomas de vías respiratorias altas y síntomas constitucionales. Unos días después, aparecen de forma repentina las manifestaciones neurológicas que son:
- Alteración de la conciencia (característica principal de la encefalitis): confusión, desorientación, trastornos del comportamiento, disminución del nivel de conciencia.
- Convulsiones
- Signos neurológicos dependiendo de la zona del sistema nervioso afectada
- Síntomas característicos de irritación meníngea: fiebre, náuseas, vómitos y rigidez de nuca
– ENCEFALITIS HERPÉTICA ( MANIFESTACIONES CLÍNICAS ):
- Fiebre
- Dolor de cabeza
- Convulsiones
- Alteración de la conciencia
- Trastorno del comportamiento y de la personalidad
- Alucinaciones
- Dificultad para hablar o entender el lenguaje
- Hemiparesia